La niña de la cara azul 5
5. Pero una noche con un gin tonic en la mano derecha y bajo un foco de luz azul echó de menos madrugar. Las mañanitas al sol de invierno, para desplegar las alas y que le dejaran de doler, nada como el sol. Y al día siguiente madrugó, "puede que de día la gente mire mi cara azul, pero si madrugo igual nadie me ve hasta que llegue a la furgoneta y de la furgoneta a la carretera, allí la gente solo ve coches, no hay caras, solo asfalto."