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miércoles, marzo 10, 2010
Diario de Latidos Azules para Días de Congoja 2
UN TRÉBOL AZUL
La noche del 10 de diciembre de 2008 llegó a la cama agotada. Había pasado el día pelando ajos y tenía las manos escocidas, con un picor que se encendía a cada roce, como por debajo de la piel. Pequeñas heridas, imperceptibles a la luz de aquella antigua cocina de leña, restallaban el merecido descanso con ese calor, que no llegaba a ser dolor, pero sí molestia. El olor no le importaba, después de un día entero ya ni lo notaba, pero si acercaba su nariz al dorso de su mano y aspiraba con fuerza volvía con intensidad y nitidez la imagen de su abuela materna, trabajando la comida en aquella antigua cocina de leña. Olor a ajos frescos. Al menos hoy no va a atacarme ningún vampiro, pensó con ironía mientras miraba por el ventanuco la noche azul oscura, muy oscura.Todavía esperaba que él llamara. Salió al frío del patio una última vez para exponer su teléfono a la poca cobertura que se percibía en el pueblo. Acarició la hierba de las macetas, de un verde casi fosforescente. Las gotas del rocío vespertino le calmaban el escozor. Topó, sin quererlo, con una hierba más alta y, sin mirarla, la cortó para dejar la mata del verde a la misma altura, como el pelo recién cortado detrás de la nuca. Caricias a contrapelo, recordó estremeciéndose.
Entró en casa con la hierba en la mano. La miró. Era un trébol de color azul. ¿Azul? Puede que sea una suerte que no vuelva a llamarme, pensó. Ni vampiros ni él, hoy me toca dormir sola, pensó con ironía. Una noche con suerte...
Colgado por termenon a las 10:00 1 comentarios
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